Enredada en las gotas
de la neblina,
va cayendo
una noche lánguida,
húmeda,
Las luces de la calle
se reflejan
en el suelo mojado.
Hay rincones
de barro,
y pequeñas lluvias
bajo las hojas de los árboles.
Un sapo errante
se sube al asfalto,
en su fiesta personal.
Los paraguas llevan a la gente
de un lado a otro,
evitando los charcos,
y las salpicaduras
de las ruedas.
La Luna, fría también,
se guarece sobre las nubes,
que transparentan su luz,
pero ocultan su rostro
a nuestros ojos
anhelantes.
El día se quedó
allá, atrás,
preparando su regreso,
en el próximo amanecer.
Tal vez, y sólo tal vez,
mañana brille el sol,
sobre nuestras nostalgias,
y enfrentemos la vida
con toda nuestra luz.