PARTO
Observaba
la flor,
que me observaba
a su vez,
distraídamente,
desde el vértice
de su tallo,
cuando un soplo
de brisa,
seguramente alentado
por una musa traviesa,
hizo caer
dos pétalos
sobre mi hoja
en blanco.
Y pareció
que la vida,
en cuclillas,
se ponía a parir
letras
ante mis ojos.
El negro
de mi lápiz
se disolvió
en una sinfonía
de colores
y todo fue
poesía.
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