La rutina se muere
y el tiempo ya no existe.
Hay una cadencia de besos
que borra los ayeres,
las ingratitudes,
lo triste,
lo superfluo.
La lluvia
sobresalta los techos
y los pastos,
pero el amor ni se inmuta,
ajeno totalmente
al relámpago impetuoso,
que quiebra la oscuridad,
en un vano intento de opacar
el fulgor de tu risa
entre las sábanas.
La penumbra nos abraza
húmedos,
despeinados,
palpitantes.
El aire se estremece
una y otra vez,
con el temblor del abrazo,
y sobreviene una calma
que enlaza los susurros
y las miradas.
El nuevo día
lucha por nacer
tras las nubes grises,
sin darse cuenta
que el sol
brilló toda la noche
en tus ojos,
en tu asombro,
en mis manos
llenas de tu vida,
en la complicidad
de la ternura.
Amanece.
El cielo estalla
desde el trueno amenazante.
Pero yo sé
que quiero
quedarme a vivir
en el refugio de tu piel.
De Musas y otros cuentos
Desde una esquina del tiempo llega el rumor de sus voces. Mucho de lo que susurran a mi oído nunca será conocido. Pero algunas palabras verán la luz del papel, y serán.
viernes, 28 de agosto de 2020
viernes, 29 de mayo de 2020
2011
-¡Fagúndez!
La voz de trueno del jefe retumbó desde el fondo de la oficina.
-¡Vaya al sótano, rápido, traiga los archivos del 96! ¡Maldita sea la hora en que mandé ese informe!
Me levanté como si la silla hubiera de pronto ardido a mil grados. Jamás habíamos visto a nuestro jefe en ese estado de furia. Era un hombre correcto, más bien bonachón, que nunca levantaba la voz. Le obedecíamos sin problemas porque siempre requirió nuestro trabajo con respeto.
Me dirigí a la puerta gris. En otro momento, aquello habría significado la posibilidad de pasar un rato lejos de las computadoras, apartado de la rutina que carcomía mi vida ocho horas cada día, desde hacía quince años.
Pero hoy todo era distinto. La orden era apremiante. Tal vez porque nunca había bajado de prisa, estuve a punto de caer a los pies de la escalera.
El lugar estaba mal iluminado. La tenue luz se perdía entre carpetas y biblioratos gordos de papeles.
En los bordes de los estantes habían pegados pequeños trozos de papel con el año correspondiente. 1994, 1995... Allí estaba.
El grueso archivador, apretado entre otros dos deslucidos carpetones, descansaba en lo más alto de la estantería. Busqué la escalera para alcanzarlo. Así y todo, tuve que estirar mis brazos para intentar sacarlo. Mientras forcejeaba, sentía caer sobre mí el fino polvillo depositado allí a lo largo de tantos años. Cerré mis ojos con fuerza y seguí maniobrando aquel pesado mamotreto.
Entonces, cuando terminó de deslizarse por el estante y quedó sujetado solamente por mis manos, comprendí que no podría soportar aquel peso. Se me escapó de entre los dedos, cayó sobre mi cabeza y mis pies dejaron de posarse en la escalera.
No sé cuánto tiempo estuve desmayado.
Me despierta un sonido monótono que no alcanzo a reconocer. Me cuesta abrir los ojos. Un dolor agudo en el centro de mi cabeza me obliga a cerrarlos enseguida. Pienso en mi jefe, allá arriba, con toda su urgencia. Mis compañeros, al ver que demoro, bajarán a auxiliarme. Trato de concentrarme en el sonido. Es muy raro. Como si miles de pequeños pies se deslizaran sobre los papeles. No alcanzo a distinguir si viene de mi alrededor o si está dentro de mi cerebro. El golpe fue muy fuerte, puede ser un zumbido.
Algo me toma por los pies y comienza a arrastrarme. Pongo todo mi esfuerzo en abrir los ojos y, cuando lo logro, un grito de terror se ahoga en mi garganta.
Mi cuerpo se desliza dentro del hueco dejado por el archivador. Muchos seres pequeños caminan a mi lado y se van perdiendo en una oscuridad imposible de describir.
La última luz que veo tras de mi, muere cuando el archivo encaja nuevamente en su lugar.
Mientras me elevo, como flotando en aquella tenebrosa oscuridad, recuerdo los sucesos del año 96.
Y lo comprendo todo.
martes, 16 de julio de 2019
La escritura del sol
Te miro andar y andar el cielo,
haciendo el día,
y quisiera ser Sol,
como tú eres.
Desde el instante mágico,
en que la noche deja de ser noche,
y se disuelve en luz,
para ser día,
tú dibujas hábilmente los contornos,
y quiero, al imitarte,
en profunda reverencia a tu donaire,
impregnar de tu esencia mi poesía.
Quiero decir, como tú dices,
a las gentes,
una viva palabra, desde el alma.
De profecía, de calor, una palabra
con vocación de dignidad,
verbo de gracia.
Una palabra alentadora y motivante,
que reconcilie,
que restañe las heridas.
Decir en tinta la grandeza humana.
Decir en sangre lo débil del hombre.
Sobre el papel ingrato
de los días,
quiero escribir las letras perfumadas
que reconozcan la riqueza de la vida.
Dejar plasmado el rumbo
que he elegido,
y señalar, con un gesto silencioso,
una estrella personal para mis hijos.
Astro Rey, forjador de atardeceres,
tú logras ser ecuánime y austero.
Todo lo envuelve la tibieza de tu abrazo.
Y el ámbar de tu luz,
que remueve la savia y agita la vida,
le otorga, a cada sombra, su mensura,
y reparte, con sabiduría,
el brillo que reflejan las miradas.
Es por eso que quiero,
emulando tu estilo,
pronunciar el nombre justo
para cada hombre.
Denunciar las acciones injustas,
como tus rayos de luz penetrante
dan evidencia de oscuros rincones.
Ponerle una voz dulce a la ternura,
para dejar, en el alma de mi amada,
el verso aquel
que nació de una caricia,
acompasando el vuelo de dos alas.
Humedecer el vientre de las nubes,
entibiando los labios de la brisa,
para que robe, con un beso, la frescura
de los espejos azogados de los mares.
Quisiera, como tú, alimentarme
de verdores, de trinos, de agua fresca,
para llenar de luces los paisajes
y que no falten nunca los colores.
Que de mi pluma brote la esperanza,
y mis papeles, frescos o amarillos,
sean compañeros fieles de la vida,
y exhalen, del Amor,
el más dulce aroma conocido.
Que mi existencia, como tu jornada,
transite del Oriente al Occidente,
y al llegar a las puertas del ocaso,
la conciencia esté en paz,
el alma libre,
y sea, para aquellos que la atisben,
cual simiente en la tierra
mi escritura.
lunes, 30 de abril de 2018
Tres años
La pastilla que cae en mi mano izquierda no es del rojo brillante que me
tiene acostumbrado y hastiado, sino de un color oscuro y apagado, cuasi como
sangre reseca. Sabida es la desidia de los laboratorios que las fabrican, y sus
pésimos controles de calidad. Pero no la descarto, son tantas las sustancias
desconocidas que han ingresado a mi cuerpo… El medio vaso de whisky aguado que he
dejado anoche sobre la mesa de luz me ayuda a tragar la píldora. Me dirijo a la
sala, aparto de un manotazo los restos plásticos de mi última cena chatarra,
que han quedado sobre el sillón, y me dejo caer en él como si me abandonara en
los brazos de un ser amado. Cierro mis ojos y me encomiendo a las reacciones
químicas que puedan liberarme de esta opresión.
Tres años ya, sin ti.
Tres años ya, viviendo –o muriendo- en esta horrible rutina. Días
agobiantes, noches de insomnio, y la tremenda angustia del amanecer, que
atenaza mi corazón y mis sentidos, sumiéndome en un oscuro terror, a la espera
del efecto del medicamento.
Y los efectos de las sustancias también son rutinarios: primero, unos
minutos en que todo se hace aún más oscuro y aterrador. Luego, un momento
indescriptible de vacío, de la nada instalada en mi mente, como si nunca
hubiera existido. Después comienza a invadirme una sensación más agradable,
casi diría de paz, y finalmente me atrevo a abrir los ojos, aunque todavía me
costará un gran esfuerzo enfrentar las tareas del día.
Hoy me he demorado en abrir los ojos, aferrándome un poco más a los
instantes de tranquilidad, deseando que no acaben nunca. El peso y el tedio de
saber lo que viene después se está haciendo insoportable.
Tres años, ya. Exactamente un día como hoy.
Tres años ya, desde que aquella extraña luz me deslumbró y me impidió
contemplar tu partida.
Hoy, cuando el día empezó a aclarar, barriendo las sombras de mi insomnio,
tuve la sensación –o tal vez el deseo- de que fuera un día distinto, especial,
único.
Pero no puedo dejar que te instales en mis pensamientos. Mi siquiatra me lo
ha repetido hasta el cansancio.
Empleo todas mis fuerzas en el acto –otrora tan sencillo- de abrir los
ojos.
Y al abrirlos, tratando de no ver el cotidiano desorden de mi sala, tengo
que volver a cerrarlos fuertemente, y mi cuerpo se encoge como el de un niño
acosado por una terrible pesadilla.
Sigo en mi sillón, sí, gastado y sucio. Pero lo que me rodea no es mi sala,
donde los restos de comida y las botellas vacías amenazan con sepultarme.
Mis manos cubren mi cara, y mis dedos oprimen mis sienes. Intento calmar mi
respiración, mientras me digo a mí mismo: “-¡Despierta! Las pesadillas quedaron
atrás, en la noche. Ya es de día… ¡Despierta!
Con profundo terror vuelvo a abrir los ojos, pero ese ambiente desconocido
sigue allí, amenazando quebrar el débil equilibrio de mi mente.
Las paredes son de un metal muy blanco y brillante, y se curvan desde la
base, hasta unirse al centro del techo, en un círculo luminoso. El piso,
enteramente de cristal, permite ver una corriente de agua que corre por debajo,
entre unas piedras perfectamente blancas.
Los muebles son muy extraños, de formas geométricas estilizadas, propios de
una película de ciencia ficción.
Entonces, desde la cocina, apareces tú. ¡Tú! Y con esa sonrisa que siempre
me ha dejado extasiado, me dices dulcemente:
- ¡Querido! Te has quedado dormido… Ya casi está listo el almuerzo.
lunes, 2 de enero de 2017
Alumbramiento
Vine a nacer
ahora:
¿Te das cuenta?
Me alumbraron
tus manos
tus ojos
tu sonrisa…
(Sí, esa sonrisa
que borra el
suelo
bajo mis pies
y pone mi piel
alerta).
Porque
con vos
puedo ser yo,
ese que no he
sido
nunca,
puedo ser
completamente
yo,
y desde mi ser
con vos,
amarte…
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domingo, 18 de septiembre de 2016
Latido extramundis
Cuando la plenitud
se pinta
en tu sonrisa
tengo que buscar
mi corazón allá,
lejos,
revoloteando tal vez
alrededor
de Sirio
o Betelgeuse...
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Nombre
La pesada carga
de angustias
pasadas
invita
a no ponerle
nombre.
Pero…
Las horas
contigo
que se vuelven
segundos…
El corazón
en vilo
hasta volver a
verte…
La paz
inconmensurable
de tu abrazo
apretado…
La dulzura
del beso
que interrumpe
la charla…
El regocijo
del alma
al escuchar
tu risa…
Y la certeza
inmensa
de mirar
adelante
y ya no ver
la noche,
sino un sol
de esperanza…
Esas cosas no
tienen
nombre
todavía.
Pero…¿quién
sabe…?
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sábado, 17 de septiembre de 2016
Las horas
¿Qué sueños bebí
en tu boca?
Y ¿cuáles en la tibieza
de tu abrazo?
En vilo me tienen
los minutos
los segundos que faltan
para envolverme
de nuevo en tu aroma.
Para perderme en tus ojos
y descubrir allí
que renazco,
que soy el más fuerte
lidiando
con tus miedos,
y no serán estériles
mi ternura
y mis besos...
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viernes, 8 de julio de 2016
Sabor
Cierro los ojos
y el borde
del cristal de mi copa
trasmuta
en tu boca.
Entonces
el vino
me sabe a besos,
y tu talle
se desliza
entre mis manos
hasta quedar
-tú y la copa-
tibios
en mi pecho...
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miércoles, 8 de junio de 2016
Incendio (Reposición)
Con ambas manos, me tomé fuertemente de la soga. Ésta, había aparecido providencialmente frente a mis ojos, y no dudé un instante. Tal vez fuera la única oportunidad de sobrevivir.
El fuego hizo estallar los vidrios de la ventana que estaba tras de mí, en el mismo momento en que mis pies se separaban del balcón, y mi cuerpo quedaba suspendido en el vacío, sostenido por la soga.
Miré hacia abajo. Las llamas y el humo ocupaban todo el espacio entre los dos edificios. No tenía opción. Comencé a trepar, usando toda la fuerza de mis brazos, y ayudándome con mis piernas, torneadas en la soga.
Es cierto que en una situación límite uno saca fuerzas de dónde sea, pero la verdad es que ya estaba muy agotado. Había subido dieciséis pisos por las escaleras, huyendo del fuego, y tuve que romper a puñetazos la puerta del apartamento por cuya ventana pude, después, escapar.
La tensión era extrema, a la vez que veía el fuego avanzar más rápido que yo, hacia lo alto del edificio.
La soga, surgida desde la nada, era quizá el hilo que me ataba a la vida. Estaba separada de la pared, de modo que no me alcanzaban directamente las llamas, pero también se me hacía muy difícil acercarme a un lugar donde poder hacer pie. Estaba jugado a la resistencia de mis brazos y aún así, no sabía si, al llegar a la cumbre, tendría alguna salida.
Traté de pensar sólo en la soga, y avanzar palmo a palmo hacia el destino incierto del último piso.
De pronto, la soga se desprendió de donde fuera que había estado sujeta, y comencé a caer vertiginosamente. Mis ojos, desorbitados, vieron que había faltado muy poco para llegar a la azotea.
Al mismo tiempo, una cantidad enorme de agua cayó sobre el edificio, aplacando la voracidad de las llamas.
Pero yo seguía cayendo, y sólo tuve tiempo para escuchar aquella voz, como de trueno, y ver a la mujer, gigantesca, que con un balde en la mano, recriminaba al niño, gritando:
— ¡Otra vez jugando con fuego! ¡Y mira cómo has arruinado tus muñecos!
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miércoles, 1 de junio de 2016
Brotes
Temblor y temor
de mi alma
que se baña en la luz
de tu certeza,
de tu arrojo,
de tus palabras
jamás dichas
proclamadas.
No hay duda infinita.
Sólo duda.
Una duda de humano
que lo soy.
El trozo de estrella
cálida
del que estoy hecho
se congela al contacto
de mi humanidad
y dudo.
Pero se abre tu sonrisa
clara
y en el rumor de mañanas
prometidas
encuentro la calma
ansiada.
Y la razón, eterna convidada
de piedra
esta vez logra
que me invada la paz.
Porque te sueño
y te pienso
y pensando te sueño
a mi lado.
Y el futuro se abre a mi vida.
Pimpollo,
anuncio de cielo
en luz
preñado.
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lunes, 2 de mayo de 2016
Exposición
Abierta
mi alma
sobre mi mano
abierta.
Se ofrece
o mendiga.
No lo sé.
Pero se ve
desde lejos
honda
mortal
la herida.
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sábado, 23 de abril de 2016
Sin luz
Para poder
seguir viviendo
sin vivir,
trasmuta mi piel
en cáscara.
Dura caparazón.
Seca.
Estéril de
ternura.
Impermeable
al gozo
al dolor
a la sorpresa.
Piel silente,
nostálgica de
nada,
que envuelve un
no ser
hastiado,
unos jirones de
recuerdos,
una tristeza que
cala
hasta los huesos,
y un pabilo
imposible ya
de encender.
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sábado, 16 de abril de 2016
Elección
Los rayos del sol penetran en la imagen casi
horizontalmente, creando unas sombras largas, estilizadas, sugerentes. A esta
hora, en que la tarde agoniza, los distintos tonos de verde alcanzan su más
diáfana expresión, antes de comenzar a opacarse lentamente y culminar siendo
todos una única sombra. Los troncos, con sus ropas de musgo, han crecido
libres, anárquicamente torcidos, según los ha guiado la luz que les da la vida.
La ocre hojarasca, que se tiende cual manto crujiente, habla
de renovación, de futura descomposición que volverá a trepar desde las raíces
para plenificar de savia nueva hasta la última nervadura de la última hoja.
El cuadro que se presenta ante mis ojos es de una belleza
tal que afianza mi decisión: éste es el lugar indicado. Conociéndote como te
conozco, estoy seguro que tú también estarías de acuerdo. ¿Quién osaría romper
esta armonía y esta paz para buscar tu cadáver?
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sábado, 9 de abril de 2016
Despedida
Te elevas entre
volutas azuladas, y unos destellos rojizos me permiten ver cómo te retuerces,
cómo estiras inútilmente tus manos hacia el borde, sabiendo que ya no puedes
alcanzarlo. Eso me duele tanto como a ti.
Un cinturón de
claveles blancos aprisiona tu cintura contra el pino, otrora vital y
desafiante, que ahora yace inerte, bajo tu cuerpo helado.
La Muerte ha
venido a desintegrar la vida, como un fuego incontrolado, que lo arrasa todo,
sin reparar en sueños, amores o poemas.
Sólo queda, palpitando
débilmente entre las cenizas, esta
tremenda soledad.
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domingo, 20 de marzo de 2016
Recuerdos en serie
Todo ha ido a
parar al sótano irremediablemente. Las estanterías están repletas de objetos
que, en su momento, han sido importantes en mi vida, los he etiquetado y
ordenado por fecha. A veces, me paso horas contemplándolos y reviviendo historias.
El osito de peluche que me acompañó en la cuna, el uniforme del colegio, los
patines -¡Ah, cuántos golpes!-, mi primera navaja, las calificaciones de la
secundaria, el brazalete y los aros que le quité a mi primera víctima, las
llaves de mi primer coche, algunas fotos de excursiones a las montañas, las
bragas de mi segunda víctima…
La alarma del
móvil interrumpe mis recuerdos. Es la hora en que está sola en su casa y nadie
podrá molestarnos. Los números redondos tienen una extraña fascinación, y con
ella serán diez.
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jueves, 28 de enero de 2016
El paseo
Ella lucía su pelo atado en dos coletas.
Él llevaba el traje con afectación.
Ella regalaba sonrisas por doquier.
Él caminaba erguido, ajustando su corbata.
Ella saltaba los charcos.
Él buscaba dónde pisar seguro.
Ella lo miraba con ternura.
Él la miraba lleno de orgullo.
Caminaron
de la mano hasta la plaza.
Eligieron
un banco, y se sentaron en silencio.
El
vaivén de los columpios fue la música de fondo.
Él se puso serio, y buscó las palabras
adecuadas.
Ella lo miraba, expectante.
Él hizo todo lo posible por disimular.
Ella lo tomó de las manos, casi suplicante.
Él habló, finalmente:
— Tú ganas. Después que juegues con tus
amiguitas, te llevaré a tomar un helado.
Ella se colgó, feliz, del cuello de su abuelo.
.............................................
martes, 30 de diciembre de 2014
Preñez
Preñez
Parece
que por los cráteres
de tu tenso vientre
milenariamente
grávido
van a brotar
soles
planetas
estrellas.
Desde la oscuridad
de tu espalda
necesito creer
que vendrá
un rayo
- aunque más no sea reflejado-
de esperanza.
....................
miércoles, 29 de octubre de 2014
Lo que deja la lluvia
Andrajos del alma
que se van
por el cordón cuneta
enredados
con papeles,
ramas
y botellas de plástico.
La lluvia se lleva
la resaca.
Limpia.
Limpia...
Pero deja la certeza
de que todo
volverá a ensuciarse.
............................
domingo, 7 de septiembre de 2014
Distancia
Que se hace
necesario
imperiosamente
necesario
arrancar
del mapa
ciudades
rutas
puentes
sierras
alambrados
puestos de peaje
y carteles indicadores
incluso
el viento
para juntar
tu vereda con la mía
estirar la mano
esconderla
en el hueco
de tu nuca
atrayéndote
para que sea
por fin
el beso.
......................................
jueves, 17 de julio de 2014
PARTO
PARTO
Observaba
la flor,
que me observaba
a su vez,
distraídamente,
desde el vértice
de su tallo,
cuando un soplo
de brisa,
seguramente alentado
por una musa traviesa,
hizo caer
dos pétalos
sobre mi hoja
en blanco.
Y pareció
que la vida,
en cuclillas,
se ponía a parir
letras
ante mis ojos.
El negro
de mi lápiz
se disolvió
en una sinfonía
de colores
y todo fue
poesía.
........................................................
domingo, 13 de abril de 2014
Almanaque
En la pared, colgados,
los días se despliegan
en un manto liso y claro.
Lanzan guiños
rojos y negros,
y forman rondas
de siete en siete,
con una extraña
regularidad.
El tiempo, cuadriculado,
evoca desde el centro
antiguos césares,
de Roma, antigua y sempiterna.
Y en el devenir de las estaciones,
la luna, polifacética,
determina el momento
de la fiesta.
Uno tras otro, los meses,
seductores,
arremolinan los números
en torno
de una exacta docena
de avatares.
El año entero contempla,
con un dejo de sabiduría,
la herrumbre inevitable
del clavo
del que pende
en estática agonía.
..............................................
lunes, 24 de febrero de 2014
Kiss
No existe en el mundo belleza
tan estremecedoramente
bella
como la de tus labios
húmedos
mordidos
apretados
en los diez segundos
que siguen
a mi beso...
.................................................
viernes, 21 de febrero de 2014
Sentires
Tú
tan fuerte y tan frágil
tan hermosa
y sencilla
tan libre
me regalas
el instante
maravilloso
anhelado
perfecto
de hacerte pequeñita
en mis brazos
anidar en mi pecho
y besar
tiernamente
mi corazón.
......................................................
tan fuerte y tan frágil
tan hermosa
y sencilla
tan libre
me regalas
el instante
maravilloso
anhelado
perfecto
de hacerte pequeñita
en mis brazos
anidar en mi pecho
y besar
tiernamente
mi corazón.
......................................................
domingo, 2 de febrero de 2014
Desconocido
Entró al banco y
fue directamente al escritorio tras el cual ella trabajaba.
Habían pasado
cinco años, y aun seguía en aquella tarea rutinaria, desgastante. Lo miró y
dijo con voz impersonal:
— Siéntese, y por
favor sea breve, ya estamos por cerrar.
Él se quedó
cortado, sin llegar a comprender.
La muerte, ¿lo
había cambiado tanto que ella no pudo reconocerlo?
.............................................................................
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