Los rayos del sol penetran en la imagen casi
horizontalmente, creando unas sombras largas, estilizadas, sugerentes. A esta
hora, en que la tarde agoniza, los distintos tonos de verde alcanzan su más
diáfana expresión, antes de comenzar a opacarse lentamente y culminar siendo
todos una única sombra. Los troncos, con sus ropas de musgo, han crecido
libres, anárquicamente torcidos, según los ha guiado la luz que les da la vida.
La ocre hojarasca, que se tiende cual manto crujiente, habla
de renovación, de futura descomposición que volverá a trepar desde las raíces
para plenificar de savia nueva hasta la última nervadura de la última hoja.
El cuadro que se presenta ante mis ojos es de una belleza
tal que afianza mi decisión: éste es el lugar indicado. Conociéndote como te
conozco, estoy seguro que tú también estarías de acuerdo. ¿Quién osaría romper
esta armonía y esta paz para buscar tu cadáver?
..........................................