Entró al banco y
fue directamente al escritorio tras el cual ella trabajaba.
Habían pasado
cinco años, y aun seguía en aquella tarea rutinaria, desgastante. Lo miró y
dijo con voz impersonal:
— Siéntese, y por
favor sea breve, ya estamos por cerrar.
Él se quedó
cortado, sin llegar a comprender.
La muerte, ¿lo
había cambiado tanto que ella no pudo reconocerlo?
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Tal vez no quiso saber nada de la muerte y se hizo la despistada.
ResponderBorrarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
La fría letra dice: "Hasta que la muerte nos separe"
ResponderBorrarYa fue...
Muy bueno Hugo. Un abrazo.