Como el brillo expectante del lucero
vigilando a la luna,
es el brillo de tus ojos
en la callada súplica del beso.
Y al unirse los labios en tierna suma,
caen, como dos pétalos,
tus párpados, de rosa.
Acuden mis dedos presurosos
al clamor de tu pelo,
que, como un torrente,
se derrama caudaloso
sobre la curva suave y desafiante
de tus hombros, cual médanos.
Y desde un vértice perdido en la penumbra,
en rumores envuelto,
tibio como una tarde de Marzo,
tu abrazo viene presto.
Como tormenta que sorprende en descampado
al árbol indefenso,
así conmueven las caricias al instinto,
y se funden los cuerpos.
Vestida de temblores, y de ansias,
suena leve tu voz, en el gemido,
como el inquieto aletear de los pichones
esperando alimento.
Y tu piel se ilumina, y ríe, y canta,
como cantan y ríen los jilgueros
al despertar al sol, cada mañana,
en éxtasis de luz con el dios Febo.
Y llega la quietud, como las aguas
del río cuando abrazan un remanso.
Tu cuello, cual un nido, me contiene,
y tu espalda es un bálsamo.
Poema inspirado en Ana María y dedicado a ella, la Musa por excelencia.
Publicado en el Libro "Alas de Papel", publicación colectiva del Taller de Escritura "El Rincón". Montevideo, Diciembre de 2011.
Me gusta, en serio.
ResponderBorrarGracias, en serio.
BorrarA mí me gusta mucho más.
ResponderBorrarMe sorprendió encontrarlo aquí, en tu blog,a este poema tan bello, lleno de ternura... Gracias.!!
No podría no estar. Así como tú estás en cada letra que escribo.
BorrarHermoso poema, me gustaron las imágenes y la musicalidad que tiene al leerlo. Felicitaciones Beatriz Bustos
ResponderBorrarGracias a todos por leer y comentar.
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