La gran piedra observa,
desde la otra orilla,
cómo la corriente
se lleva los días.
Es ella la causa
de que haya desviado
sus pasos el río,
formando un recodo.
La arena, que viene
en el vientre del agua,
tenaz y paciente,
engendró la duna.
El cielo se acerca,
tímido, hasta el agua.
Pero la espesura
del bosque le impide
tocarla, y entonces,
con una infinita
ternura le deja
su faz reflejada.
Por sobre los árboles,
redonda y curiosa,
asoma la luna.
Y un collar de estrellas
anuda su brillo
al cuello de la noche,
realzando el vestido
de alargadas sombras.
Cuando todo calla,
y sólo se escucha
el rumor del agua,
besando las piedras,
tomo entre mis manos
un canto rodado
y lo acuno en lágrimas,
porque tú no llegas.
Es como ver el paisaje a través de las palabras. Y es la emoción que acude presto a mi corazón y se desborda en mis ojos. Bellísimo. Lleno de tarnura.Y el lugar, la duna, la piedra, existen. Son reales. Nos ven ser felices.
ResponderBorrarEl poema escrito es bellísimo. El amor que se esconde en él , pura poesia. Qué lindo asistir a toda esa ternura que " desprendeis".
ResponderBorrarEcho de menos no poder venir por aquí más a menudo.
Gracias por el regalo!
El poema escrito es bellísimo. El amor que se esconde en él , pura poesia. Qué lindo asistir a toda esa ternura que " desprendeis".
ResponderBorrarEcho de menos no poder venir por aquí más a menudo.
Gracias por el regalo!