Para poder
seguir viviendo
sin vivir,
trasmuta mi piel
en cáscara.
Dura caparazón.
Seca.
Estéril de
ternura.
Impermeable
al gozo
al dolor
a la sorpresa.
Piel silente,
nostálgica de
nada,
que envuelve un
no ser
hastiado,
unos jirones de
recuerdos,
una tristeza que
cala
hasta los huesos,
y un pabilo
imposible ya
de encender.
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¡Qué bonitooooo!
ResponderBorrar¡Gracias, Tracy!
ResponderBorrarPero se enciende con la flama del poeta.
ResponderBorrarMuy profundo amigo.
Un abrazo.