Todo ha ido a
parar al sótano irremediablemente. Las estanterías están repletas de objetos
que, en su momento, han sido importantes en mi vida, los he etiquetado y
ordenado por fecha. A veces, me paso horas contemplándolos y reviviendo historias.
El osito de peluche que me acompañó en la cuna, el uniforme del colegio, los
patines -¡Ah, cuántos golpes!-, mi primera navaja, las calificaciones de la
secundaria, el brazalete y los aros que le quité a mi primera víctima, las
llaves de mi primer coche, algunas fotos de excursiones a las montañas, las
bragas de mi segunda víctima…
La alarma del
móvil interrumpe mis recuerdos. Es la hora en que está sola en su casa y nadie
podrá molestarnos. Los números redondos tienen una extraña fascinación, y con
ella serán diez.
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¡Oh, oh! esa no me la imaginaba...
ResponderBorrar¿Estará cambiando el autor?
¡Que buen relato! Me sorprendiste, lo leí por compromiso hasta que abrí los ojos y volví a leer. Excelente amigo...
Un abrazo.
Cada relato cambia al autor, y cada lectura cambia al lector...Gracias, amigo!
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