Desde una esquina del tiempo llega el rumor de sus voces. Mucho de lo que susurran a mi oído nunca será conocido. Pero algunas palabras verán la luz del papel, y serán.



lunes, 9 de abril de 2012

Demoledor


El puñetazo le dio de lleno en la cara y le hizo perder el equilibrio. Se golpeó contra la pared y ésta se resquebrajó, dando toda la impresión de que la casa iba a desmoronarse de un momento a otro. Mientras intentaba levantarse, sacudiendo la cabeza, aturdido, alguien trajo un largo tirante de madera, que encajó firmemente en la estructura, para evitar la caída del techo. Como se distrajo, mirando aquella solución de emergencia, el segundo puñetazo lo tomó totalmente desprevenido. Justo en el mentón, de abajo hacia arriba. Fulminante. Su cuerpo se elevó, para después caer con todo su peso sobre la mesa del comedor, que se hizo añicos. La misma persona que había sostenido el techo fue quien trajo los trozos de hielo que lo reanimaron. Todo giraba, sicodélicamente, a su alrededor.

            Hasta que todo se detuvo, bruscamente, tras una combinación de golpes: uno al ojo izquierdo y otro al derecho. Mientras se tambaleaba, observó que, desde la cercana Catedral, iban saliendo los novios, entre la algarabía de la gente, que les lanzaba puñados de arroz. Todos gritaban, aplaudían y reían. En ese momento, comenzaron a sonar las campanas.

            Milagrosamente, se mantenía en pie, cuando el técnico lo abrazó y lo llevó hasta su esquina.

            — ¡Tienes que defenderte! ¡Si te sigue golpeando así, vas a tener alucinaciones!

5 comentarios:

  1. Me ha dolido el cuento como un golpe en la cara jajaja, muy bueno. Gracias por compartirlo ;)
    Yady

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Y está vida que vivimos...¿es real o es que nos están sacudiendo y aún no nos han llevado a nuestra esquina? ¡Buen golpe, Hugo! Abrazo.

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  4. Creo que todos nos sentimos a diario así, nos golpean y en nuestra desesperación alucinamos soluciones utópicas.
    Muy bueno Hugo.

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  5. Es muy común que, al sufrir un golpe, no tengamos ni idea del porqué nos pasa tal cosa...
    Muy ingeniosa la imagen del boxeador que utilizaste, para aglutinar las supuestas incoherencias de esa realidad.
    Saludos.

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