El agua se
deslizó por las ventanas, dibujando tortuosos surcos en el polvo que cubría los
cristales.
En la última hora
de la tarde había comenzado a llover copiosamente, y ahora, ya entrada la
noche, el suelo estaba anegado, y los relámpagos continuaban su intermitente
irrupción en la oscuridad del cielo.
La violencia y el
estruendo de un rayo se hicieron sentir por sobre el cercano bosque de pinos, y
el eco de la descarga se fue apagando, lentamente, hasta perderse en los
arbustos que rodeaban la ruinosa casa.
Adentro, el
hombre permanecía ajeno a aquel despliegue de efectos visuales y sonoros que
ofrecía la Naturaleza. La tormenta lo había sorprendido mientras caminaba hacia
el pueblo, y se había guarecido en aquel lugar abandonado.
Su mirada se
perdía tras la espesa cortina de agua, pero no veía la noche.
La carta que ella le enviara, cuidadosamente doblada junto a su pecho, había transformado su vida
en un permanente día de sol.
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Que hermoso poder contar con recuerdos que te iluminen en los malos momentos.
ResponderBorrarTu relato es cálido y hermoso, felicidades.
Un abrazo!! :)
Querido Hugo, que inmenso poder tiene tu prosa, iluminaste de amor el fragor de una tormenta.
ResponderBorrarFelicitaciones.
Un abrazo.
Gracias, Amérika y Moli. Me alegro que les guste. Todos, al escribir, tenemos un poder especial. Saludos.
ResponderBorrarY se hizo la luz en mitad de la noche. No importan tormentas ni oscuridades.
ResponderBorrarEl amor todo lo llena de luz, Hugo.
Me ha gustado este relato.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Gracias, Mos. Eso fue lo que quise trasmitir.
ResponderBorrarGracias, Marta. Aunque te diré que los relatos que subo a veces no son escritos actuales, este tenía unos meses de escrito. Pero la inspiración suele trascender las estaciones...
ResponderBorrarQué bueno sería tener siempre un sol espléndido dentro de nosotros que nos cuidara de las tormentas que nos acechan...
ResponderBorrarMuy lindo escrito, Hugo. Bonito de verdad.
Creo que en mi interior luce mi sol un poco más.
Un abrazo, amigo.
Ya lo han dicho todos: qué fuerza la del amor que puede con todo. Enhorabuena por el texto.
ResponderBorrarGracias, Fernando y Manuel. Que viva el amor!
ResponderBorrarHugo:
ResponderBorrarMientras leía el texto, con esa tormenta y su ambiente de desasosiego, no pude siquiera imaginar el secreto que guardaba ese bolsillo, que intuyo muy cercano al corazón de ese hombre.
Tu obra tiene una sensibilidad especial, muy cercana a los sentimientos nobles, que quiero pensar guían tus textos.
Un gran abrazo.
Arturo, te agradezco de corazón tu mirada profunda sobre mis textos. Espero que siempre sean nobles los sentimientos que me guíen. Un abrazo.
ResponderBorrarPor algo dicen: "A mal tiempo, buena cara". Y en él, el amor se encargó de estamparle una sonrisa en el rostro.
ResponderBorrarDemasiado bello.
Gracias, Martha. El amor nos cambia la cara y la vida.
ResponderBorrarEl amor puede con todo. Me quedo en tu casita de palabra, me encanta, enhorabuena. Besos desde el fondo del alma y sintiendo en colores.
ResponderBorrarGracias, Mariangeles. Bienvenida!
ResponderBorrarBello....bello...bello...
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