Sonó un seco estampido. Algunos transeúntes voltearon la
cabeza, sorprendidos. A mitad de la cuadra, el murmullo de voces fue creciendo.
El hombre
caminó dos pasos, tambaleante, y luego se desplomó. Cayó sobre su costado
derecho, golpeó su hombro y su cabeza y luego giró pesadamente, hasta quedar
boca abajo, con los brazos abiertos y la cara pegada al piso. Unos metros a su
alrededor, se fue formando rápidamente un círculo de rostros curiosos, y el
morbo comenzó su obra.
Desde un
comercio cercano llamaron a la policía, y alguien se acercó con un trozo de
lona para cubrir el cuerpo. Llegó un patrullero con las luces y la sirena
encendidas. De él, bajaron cuatro policías y comenzaron a interrogar a los
presentes: ¿Quién es este hombre? ¿Alguien vio al que disparó? ¿Por dónde huyó?
¿Era uno solo? ¿Podrían describirlo? ¿Saben si este hombre tenía enemigos? ¡Por
favor, llamen una ambulancia! ¡El forense! ¡No toquen nada!
Mientras
los agentes anotaban los testimonios en sus libretas, llegó el médico forense
y, detrás suyo, una ambulancia, aguardando la orden de retirar el cuerpo.
En ese
momento, desde el hotel que estaba enfrente, salió el propietario, corriendo y
gritando hacia los policías:
— ¡Ayuda!
¡En el segundo piso, uno de los clientes se pegó un tiro! ¡Ayuda!
Todos se
giraron a mirarlo, sorprendidos, y por unos momentos, reinó la confusión.
Hasta que
uno de los presentes advirtió el detalle:
— ¡Esperen!
¡Todos escuchamos un solo disparo!
Y todos, al
unísono, dirigieron sus miradas al cuerpo del hombre que estaba tirado en el
suelo. Y todos, al unísono, tuvieron la mayor de las sorpresas, al verlo
sentado junto al forense, con los ojos desorbitados por lo que veía a su
alrededor.
Tres metros
más atrás, una baldosa suelta lo había hecho tropezar, con tan mala fortuna
que, al caer, golpeó su cabeza y se desvaneció por un momento.
No hay caso, Hugo, las cosas no siempre son lo que parecen.
ResponderBorrarUn saludo.
Qué bueno amigo!!! ...yo me hubiera muerto del susto:)) Un abrazo!!!
ResponderBorraraquella canción dice; "no estaba muerto, andaba de parranda".
ResponderBorrarLo tuyo Hugo, no tiene desperdicio, cada día nos sorprendes cual si fuera el primero. Un abrazo.
Muy bueno, Hugo, siempre imprevisible, tanto como el cemento cola para pegar baldosas.
ResponderBorrarOye, el que se pegó el tiro, no se apellidaría Borbón, no?
Un abrazo!