Desde una esquina del tiempo llega el rumor de sus voces. Mucho de lo que susurran a mi oído nunca será conocido. Pero algunas palabras verán la luz del papel, y serán.



jueves, 12 de enero de 2012

De flor en flor

DE FLOR EN FLOR

            El niño se había levantado temprano, porque era el día de su cumpleaños. Sus padres, antes de irse a trabajar, se habían acercado a su dormitorio, para saludarlo           y dejar en sus manos el regalo tan anhelado: un equipo completo para la observación de insectos. Desayunó rápidamente y salió, corriendo, a disfrutar de su nuevo juguete.

                                               * * *       * * *

            A unos kilómetros de distancia, en una casa grande y luminosa, con amplios ventanales, un hombre reposaba en un sillón, recuperándose de una grave dolencia cardiaca, que lo había llevado al borde de la muerte.                                          
           
            Esa noche no había dormido bien, y muy temprano se había trasladado hacia el espacioso salón que daba al jardín. Allí, con los primeros rayos del sol, todo se llenaba de vida, y eso lo reanimaba. En el alero del tejado, gorjeaban alegremente unos pichones, y el hombre se distendió, mirando distraídamente por la ventana. De pronto, sus ojos se fijaron en una mariposa, que sobrevolaba los canteros, posándose unos instantes en cada flor, para elevarse luego por sobre la casa, y perderse hacia la campiña.
           
            Entonces, la imaginación del hombre voló tras la mariposa. Olvidó su postración, su corazón dolorido y la mesita llena de medicamentos, y se dejó llevar. Se sintió ágil y liviano, mirando las cosas desde las alturas, soltándose con gracia en brazos de la brisa cálida que soplaba esa mañana.

            Su ser se inundó de paz, y pudo acariciar la libertad más irrestricta que hombre alguno pudiera conocer.

            Recorrió sembrados y praderas, subió y bajó por las leves colinas de la zona, y en las afueras del poblado, los coloridos jardines resultaron un festín.

            Acababa de libar, quizá, la flor más jugosa de cuántas había recorrido, cuando sintió que algo le impedía aletear, hasta quedar completamente inmóvil

                                               * * *       * * *

            El hombre sintió un agudo dolor en el pecho. ¡Otra vez! Tal vez se había extralimitado con las emociones. El médico estaba conforme con la recuperación, pero le había recomendado mucha tranquilidad. Cerró los ojos, y trató de serenarse. Se recostó e intentó llevar su mente hacia aquella sensación de libertad infinita que había experimentado unos momentos antes, y eso le ayudó a sentirse mejor. El dolor persistía, pero aún así, abrió lentamente los ojos.

                                               * * *       * * *

            La intensa luz del sol le impidió ver la cara del niño, que pasó de la curiosidad a la satisfacción, mientras se inclinaba sobre él para ajustar, aún más, el alfiler con que lo había sujetado a la placa de tergopol.

                                                                                     Hugo Jesús Mion

1 comentario:

  1. IMPRESIONANTE...Con Mayúsculas... Me parece tener la cara del niño frente a mí..brrr....

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